Un
día, un jovenzuelo llamado Manuel Blesa, barbero y labrador de Ariño, villa
minera y campesina de Teruel, abandonó aquella rinconada del Bajo Aragón. Allí había nacido en 1945 y, pegadas al cuerpo, le nacieron las labores del
campo, el sol ácido y el tiempo no siempre generoso, todo ello con un sabor
semidulce tomaría forma y presencia en su recuerdo y en lo que, años luego,
sería su pintura. Blesa ha vivido muchos años de su vida separado en parte de
la pintura. Por la necesidad cotidiana
de llevarse algo a la boca, conoció trabajos mil, trabajando de barbero y
camarero, aprendió también el oficio de restaurador de antiguedades.
Como se oye decir todos los principios suelen ser
duros. Los de Blesa no fueron una excepción. Trabajó mucho y duramente. Estudió
con Alejandro Cañada en Zaragoza, y con Revello de Toro en Barcelona, en la
"Llotja". Por lo demás pensó que el resto era cosa suya. Casi obligado por las
circunstancias empezó su trayectoría artística, como retratista, entre Sitges,
un rincón acogedor del Mediterraneo, y las Islas Canarias. Allí conoció también
a su futura esposa Huberta, una mujer fuerte y de gran corazón, igualmente
amante del arte y la pintura.
Finalmente y al cabo de unos años decidió Blesa,
junto con sus hijos Manuel y Amaya y su esposa, instalarse en Sitges. Allí
encontró la posibilidad y la inspiración necesaria para desarrollar su técnica
pictórica, teniendo como protagonistas los campos áridos y soberbios de luz, de
su tierra aragonesa, y sus habitantes, de rostro tostado por el sol y el
trabajo. Primero fue el recuerdo de las cosas que convivieron con
él: cacharros, objetos; todos ellos obras de arte en miniatura.
Como un centinela que vela por el culto de los
elementos de su pasado puede definirse el deseo de Blesa por captar la tan
especial belleza de las buenas piezas de cerámica. Cerámica popular y antigua
(s. XV-XIX) de Muel y Teruel, cobres, candeleros, muñecas de cara de porcelana,
cristos de madera, «cap i potes », toda una serie de objetos que cubren no
solo su obra, sino también el espíritu de Manuel Blesa.